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Heridas encubiertas

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Omaha Steve Donating Member (1000+ posts) Send PM | Profile | Ignore Thu Apr-10-08 07:00 PM
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Heridas encubiertas

http://www.charlotte.com/480/story/490479.html

House of Raeford Farms disimula las heridas dentro de sus plantas en las Carolinas
KERRY HALL, AMES ALEXANDER Y FRANCO ORDOÑEZ
The Charlotte Observer

En una industria donde abunda el peligro, la compañía House of Raeford Farms se presenta como un lugar seguro para trabajar. El registro de la empresa sugiere que pocos trabajadores han resultado heridos anualmente al matar, cortar, y empacar millones de pavos y pollos.

Pero una investigación hecha por The Charlotte Observer muestra como el gigante avícola de Carolina del Norte ha encubierto el alcance de las heridas, detrás de los muros de sus fábricas.


jsimmons@charlotteobserver.com
Pollos avanzan por la línea de proceso en la planta de House of Raeford cerca de Columbia, Carolina del Sur. Alrededor de 90 por ciento de los trabajadores de la planta son latinos. Los trabajadores avícolas hacen más de 20.000 movimientos para cortar durante cada turno, y el trabajador por lo general terminan con daño en el nervio y el músculo.


La compañía ha mantenido récords engañosos sobre accidentes y ha desafiado a los reguladores para satisfacer el creciente apetito por la carne favorita de los estadounidenses. Y los empleados dicen que la compañía ha ignorado, intimidado o despedido a trabajadores heridos en el trabajo.

Los directivos de House of Raeford dicen que ellos siguen la ley y se esfuerzan por proteger a los trabajadores. Pero los registros de la compañía y del gobierno y las entrevistas con más de 120 trabajadores (actuales y ex empleados) indican que:

• La planta de House of Raeford en West Columbia, Carolina del Sur, que cuenta con 800 trabajadores, no reportó accidentes musculoesqueléticos (MSDs por sus siglas en inglés) en un período mayor a cuatro años. Expertos dicen que eso es inconcebible. Los MSDs, como el síndrome de túnel carpiano, son la forma más común de enfermedades relacionadas con el trabajo en la industria avícola.

• La planta de Greenville, Carolina del Sur, hace alarde de haber pasado cinco años sin accidentes que les haya hecho perder tiempo. Pero la planta mantiene este récord trayendo a trabajadores de vuelta al trabajo horas después de una cirugía.

• La compañía ha infringido la ley, al no registrar accidentes en el libro del gobierno para el control de seguridad, indicó un destacado oficial de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA por sus siglas en inglés).

• En cuatro de las plantas más grandes de la compañía, encargados de primeros auxilios y supervisores han desestimado la solicitud de algunos trabajadores de obtener cuidado médico, aun cuando se quejaban de intenso dolor.

Las compañías tienen incentivos financieros por esconder lesiones. Ignorarlas baja los costos asociados con la compensación a trabajadores por cuidados médicos y salarios caídos.

Además, el gobierno premia a compañías que reportan bajas tasas de lesiones al inspeccionarlas con menor frecuencia. Los reguladores raramente chequean si las compañías están reportando con exactitud.

Las estadísticas del gobierno muestran una disminución en las lesiones entre trabajadores de la industria avícola durante la última década. Los críticos dicen que esos números son engañosos. Estos señalan una medición del gobierno que indica, que los trabajadores en tiendas de juguetes son más propensos a desarrollar desórdenes musculoesqueléticos, que los trabajadores de la industria avícola.

Expertos dicen que eso es increíble ya que los trabajadores avícolas hacen más de 20.000 movimientos para cortar durante cada turno, y el trabajador por lo general termina con daño en el nervio y el músculo.

House of Raeford y otras compañías avícolas dependen fuertemente de las manos de los trabajadores, para cada día convertir miles de aves en convenientes porciones para restaurantes, tiendas y cafeterías. Las compañías dependen cada vez más de inmigrantes latinos, quienes son a menudo reacios a quejarse por temor a ser despedidos o deportados.

House of Raeford dice que vigila la seguridad de los trabajadores y que los trata con respeto.

“Venimos a trabajar con cinco dedos en las manos y en los pies”, dijo el director de seguridad ocupacional Bill Lewis. “Y nos vamos a casa con lo mismo que vinimos”.

El periódico pidió a uno de los expertos en mantenimiento de registros del gobierno federal, que revisara los libros de control de seguridad, y lo que los trabajadores lesionados le dijeron al Observer. Bob Whitmore, quien ha dirigido el sistema nacional de mantenimiento de registros de trabajadores lesionados y enfermos para el Departamento del Trabajo de Estados Unidos desde 1988, dijo que considera que su agencia ha fallado en proteger a los trabajadores de la industria avícola.

Whitmore no fue autorizado para hablar por el gobierno, pero dijo que se siente obligado a hablar en nombre de los trabajadores.

Después de revisar los hallazgos del Observer, dijo: “Esta es una violación de las leyes de decencia humana”.

El crecimiento tiene un costo

House of Raeford no es un marca reconocida.

Ha escalado de ser una compañía de aves que operaba en el patio trasero a ser una de las 10 más grandes en producción avícola en el país. Esto ayudó a Carolina del Norte a transformarse en el segundo estado más grande en producción de pavo.

La compañía expandió el consumo de pavo más allá de los días festivos, al crear nuevos productos, incluyendo pechuga estilo “deli” y las alitas “dinosaur”. Ha crecido mediante la adquisición de competidores y al vender partes de pollo fuera del país.

Su crecimiento ha tenido un costo humano.

Sus trabajadores han sido mutilados por máquinas y envenenados por químicos tóxicos. Dos murieron en accidentes que los gerentes pudieron haber prevenido. Muchos sufren de jornadas de trabajo agotador y repetitivo que pueden dejar sus manos arruinadas, con dolor o con dedos mutilados.

La compañía, basada en Raeford, en el este de Carolina del Norte, ha sido citada por 130 serias violaciones de seguridad en el sitio de trabajo desde el 2000, una de los más altas dadas a una compañía avícola en Estados Unidos.

En las comunidades alrededor de las plantas de House of Raeford, el dolor del trabajo avícola se puede encontrar en viejas casas móviles y casas de renta desgastadas por el tiempo, donde las cortinas cubren las ventanas en busca de privacidad y se ven botas de hule a la altura de la rodilla salpicadas con grasa de pollo sobre las escaleras.

En Raeford, a 100 millas al este de Charlotte, la ex trabajadora de planta Claudette Outerbridge podría permanecer acostada noches enteras despierta debido al dolor palpitante en su mano derecha. El dolor, dice ella, es resultado de su trabajo, el cual incluía cortar miles de mollejas diariamente.

Durante más de cinco años en la planta, Outerbridge tuvo una gran variedad de puestos incluyendo extraer tripas y menudos cada día. Ella dijo que se mudó desde Nueva York, donde trabajó como recepcionista del Departamento de Policía, y tomó un trabajo en la planta en 1998.

Comenzó a visitar la estación de primeros auxilios casi diariamente, alrededor del 2002 para sobrellevar el dolor, según indicó. Un auxiliar de primeros auxilios, dijo ella, le dio una crema pero no le realizó ningún examen y rehusó su petición de permitirle ver a un médico.

Ella recuerda momentos en la línea de producción cuando su mano dolía tanto que ella soltaba sus tijeras y lloraba.

“Ellos decían, ah no tienes nada”, dijo Outerbridge. “Ellos te hacían sentir como que yo los estaba molestando al ir con la enfermera, y que se supone que yo debía aguantar el dolor”.

Cuando le dijo a un gerente de planta que necesitaba ayuda médica, “él hizo que me sentara y me dijo: ‘Lo siento pero no hay nada que yo pueda hacer”, recordó Outerbridge, quien hoy tiene 48 años. “Ese día conseguí un abogado”.

En el 2003, ella fue por si sola a ver un doctor, quien le diagnosticó un síndrome severo del túnel carpiano y después le hizo una cirugía. Ella llegó a un acuerdo con la compañía en un caso de compensación laboral al año siguiente por una suma de dinero no revelada.

“Sólo quería justicia”, dijo. “Sólo quería que alguien se hiciera cargo de mi mano”.

House of Raeford dijo que no puede comentar el caso de Outerbridge porque el acuerdo es confidencial.

El director de recursos humanos, Gene Shelnutt, dijo que la compañía controlada de manera privada, considera a sus trabajadores como parte de su familia. La compañía mencionó: “Nunca permitiría que alguien maltrate a alguien de la familia. ... creo que hemos proveído el esperado cuidado a nuestros empleados”.

Pero tanto trabajadores actuales como ex trabajadores del departamento de recursos humanos en dos de las plantas de House of Raeford, dicen que la compañía encuentra razones para despedir a trabajadores lesionados.

Belem Villegas, ex supervisora de empleo en la planta de Greenville, dijo que a su jefe no le gustaban los “que se quejaban frecuentemente”.

Por cinco años hasta la primavera del 2005, Villegas contrató a trabajadores y sirvió como intérprete para empleados que hablaban español. Ella compartía su oficina con el director médico de la planta y dijo que al menos 20 trabajadores llegaban diariamente diciendo que sus manos, muñecas y brazos les dolían.

Les dijo a los gerentes de planta que era urgente enviar a los lesionados al doctor, pero ellos a menudo se rehusaban. “Ellos decían, ‘Belem, si continúan viniendo a la oficina se van a tener que ir’ ”.

Los trabajadores recibieron el mensaje. “Si te quejas te quedas sin trabajo”, dijo Villegas.

House of Raeford no respondió los cuestionamientos basados en las declaraciones de Villegas. La compañía dijo que la despidieron porque ella “aceptaba dinero para favorecer a empleados potenciales”. Villegas niega la acusación y considera que fue despedida, en parte, porque ella comenzó a hablar a nombre de los trabajadores.

El Observer entrevistó a más de 50 ex trabajadores de House of Raeford. Diez dijeron que fueron despedidos luego de reportar lesiones.

Los oficiales de la compañía dijeron que los trabajadores deben decirles a los supervisores si se lastiman y serán enviados a las estaciones de primeros auxilios de la planta, o con médicos fuera de la compañía, si así lo necesitan.

“Ciertamente, trabajamos duro para mantener un lugar de trabajo saludable y seguro, y cumplir con las leyes estatales y federales”, dijo Barry Cronic, gerente de complejo de la planta de Greenville en una respuesta por escrito. “Si cualquier supervisor está desalentando a sus empleados a reportar sus lesiones, ese supervisor está violando la política de la compañía”.

Carolina Cruz dijo que sus peticiones de ayuda fueron repetidamente ignoradas. Cruz es una joven madre que tomó el trabajo cortando alas de pollo en la planta de Greenville en el 2003. Luego de que sus manos comenzaron a palpitar de dolor, según dijo, ella fue donde la enfermera de la compañía, quien en varias ocasiones le dio un ungüento y la envió de regreso a la línea de trabajo. “No nos ayudan del todo” dijo ella.

Para el verano del 2006, dijo: “Mis huesos dolían ... si hubiese continuado, mis manos llegarían al punto en donde yo no podría hacer nada”.

Posteriormente, Cruz dejó la planta.

House of Raeford declinó comentar las alegaciones específicas de muchos trabajadores, indicando que sin permisos firmados, no puede discutir detalles de su salud o historial de empleo. En general la compañía dijo que ha encontrado “muchas inexactitudes”, en la información brindada por los trabajadores al Observer, pero declinó dar detalles.

“Los alegatos hechos por estos ex empleados no representan de manera justa y exacta las políticas o prácticas gerenciales de House of Raeford Farms”, dice un documento escrito de la compañía.

Lesiones sin reportar

Si los registros de House of Raeford son exactos, la compañía, en años recientes, ha operado una de las plantas de pollos y pavos más seguras de la nación.

A los negocios se les exige mantener un récord de las lesiones más serias y enfermedades en los libros de control de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional. Pero es un sistema de honor, y las compañías deben dar estos controles a reguladores y empleados sólo si se los piden. Los reguladores utilizan los libros para notar tendencias de problemas en lugares de trabajo.

El periódico obtuvo cuatro años de libros de control en plantas de la compañía en Greenville, West Columbia y Raeford.

En una muestra de trabajadores en barrios aledaños a las plantas, el Observer confirmó 31 lesiones suficientemente serias para ser anotadas para los reguladores. En 12 de estos casos, las lesiones no salían reportadas en el libro de control.

Seferino Guadalupe estaba conduciendo una máquina moviendo paletas de pechugas de pavo en una de las dos plantas de Raeford, en noviembre del 2006, cuando, dijo, que los frenos fallaron y chocó contra una pared. Los cirujanos insertaron clavos para reparar su destrozado tobillo.

Bernestine Wright dijo que sus manos se entumieron luego de meses cortando pollo en pequeñas piezas en la planta de Greenville. Ella dijo que una enfermera de la compañía rehusó enviarla al médico cuando se quejó de dolores.

El dolor aumentó tan intensamente, dijo ella, que fue al doctor y recibió medicina para el dolor. Fue diagnosticada con síndrome de túnel carpiano en el 2005, de acuerdo con la firma de abogados que la representó en un caso de compensación laboral.

Lucas Hernández se cortó su brazo con un cuchillo en el verano del 2005, mientras estaba en la línea de producción en la planta de West Columbia. Faltó al trabajo por doce semanas debido al dolor, según dijo. Ninguna de estas lesiones aparece en los libros de control de lesiones de House of Raeford.

Aparte de las 31 lesiones confirmadas por el Observer, 10 trabajadores más describieron lesiones serias que no fueron reportadas, pero el periódico no pudo confirmar su tratamiento médico.

Whitmore, el experto en mantenimiento de récords de OSHA, examinó los libros de control de House of Raeford y los detalles de las 41 lesiones encontradas por el Observer. El concluyó que la compañía violó la ley de seguridad en el campo de trabajo, al incumplir en el registro de más de la mitad de esas lesiones.

“Estos son casos severos, serios y debilitantes”, dijo Whitmore.

Oficiales de la compañía dijeron que ellos siguen las reglas de OSHA para reportar lesiones y que no están al tanto de ningunas lesiones relacionada con el trabajo que hayan sido excluídas de los libros de control.

Lewis, el director de seguridad de la compañía no pudo explicar porqué el accidente de Guadalupe no fue reportado y lo calificó como un “caso aislado”. Dijo que la compañía ha corregido sus libros de control.

Oficiales de la compañía dijeron que los alegatos de Wright eran inexactos, pero no pudieron dar detalles.

En la planta de West Columbia, el gerente de seguridad Mike Flowers dijo que debido a que Hernández permaneció en casa por su cuenta, y que no llamó a su supervisor, los gerentes desconocían de los alcances de su lesión. “Hay muchos asuntos oscuros”, dijo Flowers.

Tonterías, dijo Whitmore.

“El supervisor sabía que había una lesión. La persona faltó al trabajo por el dolor causado por una lesión en el trabajo”, dijo. “Eso era claramente registrable y punto”.

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1. Putting the finger on "Chicken fingers". n/t
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